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En el corazón de un ecosistema cambiante, éste es uno de los desafíos con el que probablemente te encuentres: Tratar las infecciones.
En este Espacio de divulgación hoy debatimos sobre la necesidad de un equilibrio responsable en el uso de antimicrobianos y el potencial de la inmunomodulación para desbloquear el poder de nuestra propia inmunidad.
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Estamos en un punto crítico donde la moderación y la innovación deben coexistir.
Tal y como compartimos en nuestra anterior Newsletter, la prescripción excesiva y a menudo inadecuada de antibióticos ha conducido actualmente a un desafío de salud pública: la resistencia antimicrobiana. Esta resistencia no solo dificulta el tratamiento de infecciones comunes, sino que eleva los riesgos de complicaciones y la carga económica para los sistemas de salud (1).
Son numerosos los factores que intervienen en la elevada e incorrecta prescripción de antibióticos en nuestro país. Entre otros, la presión asistencial del médico prescriptor, el tiempo asignado para la atención de cada paciente, la educación sanitaria de la población y la presión del propio paciente para la obtención del antibiótico (2).
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Frente a este panorama, emergen las terapias de inmunomodulación como complemento y, en ocasiones, como alternativa. Estas terapias buscan reforzar y equilibrar el sistema inmunitario, mejorando su habilidad para responder frente a infecciones. Al hacerlo, potencian la defensa natural del organismo, haciéndolo menos dependiente de fármacos externos y reduciendo la incidencia de resistencias. Este enfoque se traduce no solo en una mejora en la calidad del tratamiento sino también en una economización de recursos, garantizando que cada paciente reciba un cuidado ajustado a sus necesidades únicas.
La inmunoterapia puede ayudar a reducir la dependencia de los antimicrobianos, disminuyendo los costes asociados con medicamentos de
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amplio espectro. Al evitar pautas prolongadas con estos tratamientos, se reducen los gastos en adquisición de medicamentos, se esquivan los efectos secundarios y se ayuda a disminuir la presión selectiva sobre los patógenos, previniendo la aparición de nuevas resistencias, y el aumento de tolerancia a los antimicrobianos.
Prevenir las recaídas puede tener asimismo un impacto positivo en los costos asociados con la gestión de infecciones. Las recaídas no solo son perjudiciales para la salud del paciente, sino que también generan un gasto económico mayor debido a la necesidad de tratamientos adicionales u hospitalización, llevando a una pérdida de productividad tanto para el individuo como para el sistema de salud en su conjunto.
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Más allá de estas estas ventajas, el despertar de la inmunoterapia ofrece nuevas fronteras en la personalización de tratamientos, a través de una comprensión profunda del sistema inmunitario. Nos permite trascender de un enfoque genérico y asistir al individuo de una manera que resuena con su singularidad biológica. Nos enseña que, al inducir un estado de inmunocompetencia, no solo estamos preparando al organismo para defenderse sino también para
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prevenir la recurrencia de infecciones. La capacidad de memoria de nuestro sistema inmune es un tesoro celosamente guardado.
Con la capacidad de recordar y reconocer patógenos previos, aumenta también la rapidez y efectividad de nuestra respuesta ante una reinfección. Es como revisitar un viejo libro, pero esta vez, preparados con las notas al margen para una comprensión más profunda.
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Lo enfatizamos a menudo: el sistema inmune no es un simple escudo sino un sabio regulador. Ayudándole a modular las respuestas inmunitarias pueden evitarse reacciones exageradas, al tiempo que se estimulan respuestas celulares protectoras, asegurando que nuestro sistema de defensa opere con la precisión de un maestro artesano: ni demasiado, ni muy poco, sino justo lo necesario.
Con la microinmunoterapia, convertimos este equilibrio inherente del sistema inmunitario en la fortaleza de un tratamiento. En lugar de intervenir con acciones unidireccionales que bloquean o estimulan reacciones específicas, la microinmunoterapia se concentra en regular sutilmente la inmunidad, respetando y apoyando su compleja función reguladora.
Las bajas dosis a las que se preparan los principios activos otorgan al cuerpo la habilidad de responder eficientemente a las amenazas sin desequilibrar otras funciones vitales. Es un abrazo gentil en la gestión de la salud, donde la intervención es medida y respetuosa, como la naturaleza misma nos enseña a ser con nuestro cuerpo.
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Es vital reconocer que tanto los antimicrobianos como la inmunomodulación son partes esenciales de un espectro más amplio de estrategias de salud. Su objetivo compartido es permitir que las personas disfruten de una vida plena y saludable, reduciendo el riesgo de recurrencia de enfermedades.
Para abrazar esta visión, necesitamos un enfoque multifacético y una colaboración estrecha entre la atención primaria y la especializada. Esto significa educar sobre las opciones terapéuticas disponibles y sus aplicaciones, fomentar prácticas de prescripción prudentes y empoderar a los pacientes en la gestión de su propia salud. La educación sanitaria, tanto para los profesionales médicos como
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para los pacientes, es un pilar en la construcción de una cultura de prudencia en torno al uso de estos medicamentos (3).
La inmunoterapia y la utilización juiciosa de antimicrobianos no solo reflejan una práctica médica avanzada, sino que también encarnan un compromiso con el futuro de la salud pública. Al apoyar y educar en el uso responsable de los antimicrobianos, y al mismo tiempo, al invertir en métodos preventivos como la inmunomodulación, podemos crear una narrativa de salud que celebre el conocimiento, la curiosidad y el descubrimiento, asegurando que las historias de salud de cada persona sean de resistencia y vitalidad.
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Por lo tanto, hacemos una llamada a la acción, para que todos —desde profesionales de la salud hasta pacientes— elijamos la salud inmunitaria como estilo de vida, enfocándonos en la prevención y el tratamiento inteligente. Juntos, podemos reorientar el curso de nuestra salud colectiva hacia prácticas sostenibles, resguardando los recursos terapéuticos para generaciones futuras.
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¡Hasta la próxima edición de nuestra newsletter!
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Referencias bibliográficas:
- Llor Vilà C, Moragas Moreno A, Bayona Faro C. Infecciones del tracto respiratorio superior. AMF 2015;11(3):124-131.
- Llor C, et al. [Antibiotic prescribing in respiratory tract infections and predictive factors for their use]. Aten Primaria. 2010 Jan;42(1):28-35. Spanish. doi: 10.1016/j.aprim.2009.04.018. Epub 2009 Aug 26.
- Monedero Mira MJ, Sales MB, Domingo CG, et al. Tratamiento empírico de las infecciones del adulto. FMC. 2016;23:9-71. doi:10.1016/j.fmc.2015.12.002
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